lunes, 7 de diciembre de 2009

Un Viaje


Un Viaje
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. .Todo al paso era belleza. Teníamos minutos de haber pasado por Tabala, pueblo pobre pero de singular belleza, el panorama era una llanura que se extendía de la carretera a la falda de una pequeña cordillera; había una pequeña cerca que no permitía el paso de los animales hacía la carretera; se distinguían dos tumbas apenas visibles, daban fe clara de que aquella carretera no estaba libre de accidentes.
. .El Sol daba en mi ventanilla molestando en un grado insignificante. Ahora si, las montañas se veían más cercanas, podría decirse que las podía tocar con las manos tan solo sacándolas de la ventanilla del camión. De pronto las montañas desaparecieron y un gran valle se extendió hacía mi. Me imagine en esos momentos que todo aquello había sido un mar inmenso; de nuevo vuelven las montañas por ambos lados de esta carretera interminable, vuelven pero ahora son más chicas que las anteriores, toda esa inmensidad se volvió insignificante.
. .Los movimientos del camión me impedían escribir con una laboriosidad satisfactoria, más me era imposible detenerme para describir esa belleza; el desierto en esencia, así, sin ninguna intervención humana, solo los postes de electricidad y la carretera eran signo de que el hombre había llegado tiempo atrás.
. .El pasto quemado, un pequeño almacén abandonado, uno que otro fuego aislado, más postes y un pequeño poblado era visión costumbre; la tierra preparada para cultivos, la gente viviendo en condiciones poco aceptables y árboles caídos, una montaña tamaño regular y cerca de ella, dos montes, posiblemente comparables con el corpiño femenino; todo eso era lo que a través de mi ventana veía.
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. .Escrito el 06 de Julio de 1979, en el asiento No. 20 del Camión Tres Estrellas de Oro No. 476 que iba de Mexicali a la Ciudad de México.
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Sergio Alejandro

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