domingo, 25 de octubre de 2009

Quiero tener Fé


Capítulo I

Sentado en el sillón junto a la ventana, Alberto observaba detenidamente a la gente que pasaba presurosa a la Iglesia. Era Domingo por la mañana y todos acudían a oír la misa de las 6:00 AM. Alberto se preguntaba el por qué de ese sentimiento que sentía hacía lo religioso, trató por todos los medios de explicarlo y pensó que tal vez al no estar de acuerdo con la mayoría, eso lo convertía en alguien importante y muy singular.
Sentía un poco de envidia ante la felicidad mostrada por los tantos feligreses que presurosos pasaban por su ventana.
A pesar de su sentimiento, sentía un íntimo respeto por aquellos seres que en la dicha y en la desgracia se encontraban unidos y en base a su fe, se podían sobreponer a muchos peligros y dificultades.
---¡¿Por qué van, por qué?!--- ---¿Cómo pueden sentir tanta fe hacía algo que no conocen? --- ¡No me lo explico!
Siguió pensando y siguió viendo pasar a la gente por su ventana.


Capítulo II

Un día, Alberto se sintió muy solo y no logrando estar en paz consigo mismo, busco ayuda con amigos pero estos no se la dieron porque no entendían lo que necesitaba, no comprendían su problemática; siguió buscando una y otra vez hasta que por fin un buen día, le fue presentada una muchacha la cual era sumamente religiosa y centrada.
Ella le empezó a hablar y ayudar y ocurrió que al poco tiempo Alberto fue otra persona, totalmente diferente a la anterior.


Capítulo III

Alberto cambió de tal manera que su madre le preguntó qué había sucedido en él.
---Gloria le fue inculcando poco a poco el Don de la fe y Alberto a través de ella lo fue asimilando poco a poco, lentamente y con gran deseo de progresar.---
Paso el tiempo, Gloria se enamoro de otra persona y se caso con ella; Alberto perdió su punto de fuerza y se derrumbo pues sintió que todo el apoyo que poseía se esfumaba. Se volvió a transformar pero en esta ocasión en una persona triste y callada; no hablaba, no reía, solo pensaba. Le escribió a Gloria infinidad de veces pidiéndole que dejara a esa persona y que volviera hacía él, le dijo que la necesitaba, que la amaba..........pero Gloria no pudo responderle como Alberto lo quería y le mando una carta, una sola carta donde le decía que tuviera fe.


Capítulo IV

Alberto se convirtió en una persona gris, se torno amargado y escéptico; solo, callado, no hacía otra cosa mas que mirar por la ventana y ver a los feligreses que asistían a escuchar la misa. No tardo en enfermar y su estado de salud se volvió muy grave.......Gloria se enteró de ello y regreso, Alberto al verla sintió que las fuerzas renacían en él y que la vida volvía a recorrer sus venas. Desde que llego, Gloria le infundió ese valor que los débiles requieren, le dijo que tenía que tener valor, por él y por amor a ella, pero también le menciono que su vida ya estaba hecha y que no la podía ni quería cambiar; Alberto solo escuchaba sus palabras, las sentía lejanas y dolorosas. Gloria se quedo un tiempo con Alberto para apoyarlo y darle esa fuerza que él requería pero pasado un tiempo le dijo que tenía que irse y regresar con su familia pero esta vez, Alberto tomó las cosas de manera diferente; calmado, sereno y comenzó a vivir de nuevo.
Alberto comienzó a salir, visitaba parques, salía a acampar a bosques, regresó a la Escuela de Arte y comienzó a tomar en forma clases de Pintura. Esta actividad lo guió, realmente toma en serio el Arte de la Pintura y a través de ello, comienzó a expresar lo que realmente sentía.
Un día, se le ocurre una idea que le pareció magnífica, la estuvo meditando un buen tiempo y finalmente se decide hacerlo y pone manos a la obra. Su idea era muy significativa puesto que era pintar un cuadro de Gloria, tan como sus ojos a través de sus sentimientos se lo indicaban.


Capítulo V

Día tras día, Alberto se dedico a hacer los bosquejos; uno tras otro fueron desechados, como si ninguno de ellos alcanzara a satisfacerlo o a llenar sus necesidades requeridas.
Empleó mucho tiempo, año tras año siguió intentando hacer un dibujo digno de lo que él consideraba su obra máxima. Cierto día, Alberto pudo al fin encontrar el bosquejo que necesitaba, con el que quedo por fin satisfecho y comenzó a pintar. Una y otra vez, sus pinceles daban toque tras toque formando un cuadro de singular belleza y colorido, tenía una expresión fina y a la vez se podría decir que grotesca pero era lógico que fuese así porque sus sentimientos así lo eran. Siempre era lo mismo, la misma rutina; levantarse, desayunar y dirigirse al Estudio que siempre conservaba bajo llave y simplemente comenzaba a pintar, pintar y pintar; quizá se detenía un poco para ingerir cualquier cosa, seguía pintando y cuando el cansancio le ganaba, se iba a dormir. Al día siguiente se volvía a levantar y así sucesivamente, día tras día, mes tras mes, año tras año, Alberto seguía con esa idea fija en su mente.
Ya no le interesaba mirar a la gente pasar rumbo a la Iglesia; ahora el pensaba en un algo Supremo que no sabía como explicarlo, solo seguía pintando. Parecería que se encontraba en un estado Vegetativo en el cual, él quería realizarse.


Capítulo VI

Toda acción llega a su fin, todo tiempo tiene su término y la pintura de Alberto llegó a el, a su término. Tardó mucho tiempo, pero al fin estaba terminado. Era una obra suprema y a la vez sencilla; una obra altiva hecha con la mayor sencillez, una obra hermosa pero con un pequeño toque de odio y sentimiento personal. La pintura no había sido vista por nadie, solo él y nadie más. Dándole el último retoque se alejo unos pasos y la miró. ¡Que belleza, que forma más perfecta pensó! La observó unos momentos y saliendo del Estudio lo cerro con llave.
Desde ese momento Alberto volvió hacer el mismo que al principio; se sentaba a observar a la gente pasar para ir a la Iglesia; su mirada era melancólica pero serena, su espíritu era altivo y parecía por su actitud, un Rey, sentado, dirigiendo a sus súbditos.
La gente en ocasiones, tenía la oportunidad de verlo en contadas momentos que él se dejaba ver; muchos de ellos se preguntaban ¿quién era ese muchacho tan melancólico tras la ventana que los veía con frecuencia?, pero nadie sabía dar una respuesta a ello.


Capítulo VII

Cierto día que Alberto miraba por la ventana, vio que una Señora paso y se detuvo a observarlo.........era Gloria, la que en su juventud le había brindado tanto apoyo y confianza. Entro a la casa y comenzó a hablarle....
---¡Que diferente te encuentro! inquirió ella
---No, no he cambiado, sigo igual
---Me asustas, tu mirada es...no, no puedo explicártelo
---Gloría, ¿cómo te ha ido? ....Gloria no contesto, estaba demasiado perturbada y solo rezo por él
---Sabes, te tengo una sorpresa, dijo Alberto!
---En verdad, y....¿cuál es esta? pregunto Gloria con cierta intriga
---Un retrato, te he hecho un retrato pero no estoy seguro de poder enseñártelo...Ella solo se limito a sonreirle; salió de la casa y Alberto la miró a través de la ventana alejarse.


Capítulo VIII

A la semana siguiente a Gloria le llegó una paquete que contenía una llave y una carta que decía:

Gloria.-

Tu has sido un apoyo a mi existencia, sin ti seguramente yo no hubiese podido
ver el colorido de la vida, por eso, quiero que sea tuyo mi mayor tesoro, esta
llave abre el Estudio de la casa. Tu me enseñaste a tener fe pero nunca pude
ponerlo en práctica; lo que hay en ese Estudio es mi vida misma.

Alberto


Gloria se dirigió a casa de Alberto temiendo lo peor, la casa al parecer se encontraba vacía, ningún ser humano dentro de ella; se dirigió al Estudio y utilizando la llave lo abrió; al fondo se veía un caballete con un cuadro en el......Gloria camino hacía el cuadro lentamente pues un miedo comenzó a invadirla, llegó hasta el cuadro y con un movimiento brusco de su mano lo volteó.....
El cuadro en si era una maravilla, era el dibujo de un corazón, pero este parecía tener vida, ejecutaba los característicos movimientos de este órgano, dilatándose y contrayéndose; Gloria puso su mano sobre el y su cuerpo sintió el retumbe rítmico y su calor.........Gloria estaba maravillada, era como si la realidad estuviese encerrada en ese cuadro. Del corazón salía una pequeña rosa, su raíz estaba firmemente unida al tejido del órgano, podía verse su crecimiento de manera natural y sorprendente, la flor crecía hacía lo alto y en su base apegada a los latidos unas pequeñas letras que decían, ¡¡¡Quiero tener Fe!!!.


Epílogo

Glora salió del Estudio, nuevamente buscó por toda la casa en pos de Alberto, pero este no apareció, miró un momento por el vidrio de la sala y vio a la gente pasar rumbo a la Iglesia. Salió de la casa y hecho a andar lentamente, pensativa, se alejaba mientras que unos ojos llenos de melancolía seguían sus pasos.......................


Fin



Simplemente espero que les haya gustado


Sergio Alejandro

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