domingo, 31 de octubre de 2010

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Congoja
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Cuando regreso a visitarte te acongojas
tus ojos te delatan,
tus labios se aprisionan,
tu habla se entorpece
y tu tacto te traiciona.
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Estando ya contigo te emocionas
tu mente se acrecienta,
tu espíritu apasiona,
tus ideas se liberan
y tu cuerpo se transforma.
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Platicamos extasiados de las cosas
del viento de haya afuera,
de las espinas traicioneras de las rosas,
del verbo que conlleva al silencio,
del eterno impacientarse de las cosas.
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Las pláticas que unen nos separan
y entonces, te paseo por mis sueños
y entonces, te reclamo en mi alma
y entonces, te guardo en mi silencio
y termino reclamándote en mi alma.
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Y tan importante eres que no importas
y entonces, me lastimas con tu ausencia
y entonces, recrudeces la mirada
tu ceguera es tan grande que no observas
lo que vibrando esta dentro de mi alma.
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Tu silencio va cubriendo como sombra
el brillante historial en que vivimos,
apagando lentamente nuestro lecho,
traicionando tontamente en nuestro pecho
el amor que en un ayer nos ofrecimos.
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Una cosa es verdad en esta historia,
que es el ego que domina el despejo,
y una sentencia final acusatoria,
quizá miento al decir "difamatoria",
que solo vives admirándote al espejo.
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Tus valores son distintos a los míos
en esencia de vivencias semi-airosas,
tu encantada con los bailes y los tríos,
yo amando a mis hijos y a los ríos
y extrañando tus miradas cariñosas.
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Y ¿cómo regreso a ti si te acongojas?
Tus palabras se silencian
y tu cuerpo se despoja
de ese amor que diferencia
el amarte a ti que el amar a otra.
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Fin
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Sergio Alejandro

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